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IMPACTO DE LA PANDEMIA EN LA SALUD MENTAL

  • Maspro Michoacán A. C.
  • 19 ago
  • 2 Min. de lectura

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“La salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social; no consiste únicamente en la ausencia de enfermedades”. (OMS)

Este principio nos recuerda que la pandemia ha afectado no solo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente.



¿Por qué es importante hablar del impacto de la COVID-19 en la salud mental?


La pandemia de COVID-19 provocó un aumento global de trastornos como depresión y ansiedad, sumado a más años vividos con discapacidad por consecuencias de la misma.

Además, ha alterado el acceso a los servicios de salud mental y puede aumentar el riesgo de conductas suicidas, especialmente entre jóvenes y mujeres.



Principales hallazgos


Depresión y ansiedad crecientes


En 2020, la pandemia generó un crecimiento del 27,6 % en casos de trastorno depresivo mayor y del 25,6 % en trastornos de ansiedad, con un incremento notable de años vividos con discapacidad asociados. Mujeres, personas jóvenes (20–24 años) y quienes viven en países de ingresos bajos o medios fueron los más afectados.


Sintomatología en la población general


Al inicio de la pandemia (marzo-abril 2020), se registró un aumento significativo en síntomas de depresión y del estado de ánimo, aunque la ansiedad disminuyó con el paso de los meses.


Niños, adolescentes y estudiantes


Se detectaron aumentos leves pero significativos en síntomas depresivos y ansiosos, siendo más frecuentes en niñas, adolescentes y jóvenes más avanzados de edad.


Suicidio y autolesiones: datos mixtos


Aunque en muchos países las tasas de suicidio no aumentaron, se observaron aumentos en mujeres jóvenes o en ciertos lugares como México. En jóvenes, la tendencia fue preocupante. En cuanto a autolesiones, hubo disminuciones en servicios sanitarios, pero un aumento en adolescentes y mujeres jóvenes en algunos estudios. Pensamientos suicidas también mostraron aumento en varios contextos.


Personas con trastornos mentales preexistentes


Estas personas tuvieron una mayor probabilidad de hospitalización, enfermedad grave o fallecimiento por COVID-19, aunque su susceptibilidad a contraer la infección no quedó del todo clara.


Servicios de salud mental interrumpidos


Más de un tercio de los países reportaron interrupciones en los servicios entre finales de 2021, especialmente en programas escolares o de prevención de adicciones. Aunque muchos adaptaron la atención a modalidades digitales, hubo dificultades tecnológicas y de acceso.


Intervenciones psicológicas adaptadas


Estudios preliminares indican que intervenciones como terapia cognitivo-conductual en línea, ejercicios de relajación y atención breve en crisis pueden reducir ansiedad y depresión, aunque los datos aún son limitados y heterogéneos.



¿Qué podemos hacer?


  • Reconocer y validar cómo nos sentimos: tener angustia, tristeza o fatiga no significa estar “débil”.


  • Promover servicios accesibles, especialmente digitales, para quienes enfrentan barreras de acceso.


  • Asegurar atención especial a jóvenes, mujeres, personas con trastornos mentales y quienes residen en contextos vulnerables.


  • Fomentar acciones comunitarias de apoyo y autocuidado como complemento a las intervenciones clínicas.


  • Crear espacios de conversación en familia y comunidad, donde se pueda expresar lo que sentimos sin juicio.


  • Estar atentos a señales de ansiedad o depresión en nosotros y en quienes nos rodean.



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